Se trata de una vivienda de veraneo ubicada muy cerca de la costa, pero en una manzana ya consolidada, lo que obligaba a generar espacios que buscaran puntos específicos, desde donde se pudieran lograr visuales al agua. El predio era de pequeñas dimensiones y con una morfología particular. Al superponer los retiros exigidos por la normativa edilicia, el espacio construible resultó aún más reducido.

 

Se proyectó un volumen de planta baja perpendicular a la calle con un área de parrillero protegida del viento y un volumen de planta alta perpendicular al primero, lo que permitía servir de protección al parrillero y aprovechar el área vacía como terraza con vista a la playa. Este encuentro volumétrico permitía también abrir ventanales en todos los espacios hacia el norte y generar dos extensiones exteriores de diferentes características, una sombreada para los días de calor y otra completamente abierta para tomar sol.

 

Otro desafío de esta vivienda se encontraba en el desarrollo de una arquitectura de volumetría pura que permitiera la simplicidad de su materialización, de forma tal que todas las tareas de terminación pudieran ser realizadas por autoconstrucción.

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